Pasaban ya de los ochenta, pasaron ya sus bodas de plata…Me pregunto si alguna vez llegaron a quererse o si, al menos, no se odiaron tanto. Ninguno de mis recuerdos se atreve a contestar. Si alguno hablase, espero que lo haga en aquella vetusta lengua, en aquel idioma dulce y melancólico que yo sólo puedo asociar a gritos.
Mouchos, coruxas, sapos e bruxas...
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